domingo, 13 de marzo de 2011

Venexia

H
ace poco, visité esta preciosa ciudad, llamada por nosotros Venecia. Lo cierto es que creo que, desde la distancia y la ignorancia, merece mi sentido pésame. No porque no sea espectacular o fascinante, que lo es, sino por su funesta realidad: se hunde.

Venexia llora, pero, ¿qué es Venexia? La describiríamos como un montón de canales y góndolas; o tal vez como un carnaval adornado de máscaras fálicas. Realmente, lo que es, es una triste realidad: es la Atlantis del s.XXI. Venexia es historia, es poder, es mercado en su estado puro. Son pilares rocosos que, erosionados, y enterrados bajo montañas de hongos, cantan sus últimas estaciones (Vivaldi, para los de la Logse, y así de paso, reconozco a Goyo). Tal vez, pero posiblemente a la vez, la gente confíe en los gobiernos (el italiano quiere evitar que la plaza de San Marcos se inunde...), en el porvenir, o, simplemente, en el optimismo. Ante esto, poco puedo argumentar, pero pronto será 14 de abril, y Dios sigue pareciendo el culpable, por poner un ejemplo (Logse=Titanic).

Venexia se despide, sí señores, y lo hace con delicadeza y honor, como siempre acostumbró. Esta pequeñita y apretada Serenísima Res-publica que, entre otras grandes hazañas, ayudó a España a derrotar a los turcos en Lepanto, o a anteponerse a las corruptelas itálicas de esa época, escribe sus últimas páginas en el libro de la Historia. El león de San Marcos espera, como el gato de Cheshire (Logse=Alicia en el país de las maravillas) a desplegar sus alas y abandonar, no sin lágrimas en sus ojos, lo que un día amaneció siendo un pueblo atemorizado y oculto, y se acostó con historias como las de Vivaldi, de nuevo, Marco Polo o, mi favorito, Casanova (el joker de cualquier baraja, el hombre comodín, el sastre con cajón...). Se acostó con una riqueza cultura, un poderío económico y un legado expléndido.

La noche cae sobre Venecia, duerman mientras puedan.
Venecia de mis idílicos sueños, por favor, no te vayas todavía. Aunque tal vez debamos rogarle más a la Madre Naturaleza que tantos avisos nos da sin saber su cruda realidad: te hemos ganado la batalla, si quieres acabar con nosotros, sólo te queda autoinmolarte...

José Manuel, Corresponsal en París.

2 comentarios:

Juanvi dijo...

Yo también huelo melancolía cuando voy a Venecia. Es esa sensación. Excelente, formidable, simplemente: "me gusta".

Fígares dijo...

ains..que bonita es :)

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